Imagen de la red. Ensayo registrado por Inocencia Montes |
Ardía mi cuerpo por tenerte pegado. Corrían versos por mi corazón hasta mojarme la entrepierna.
El pecho se apretó con un deseo ardiente de lunas y palabras.
El pecho se apretó con un deseo ardiente de lunas y palabras.
Mi piel abrió sus perfumes al juego de la seducción y las yemas de mis dedos eran plumas añorando el vello de tu pecho.
La carne de mi nuca se erizó como estambres ansiosos buscando polen nuevo y mis ojos que saben a tierra limpia buscaban los tuyos que son de agua clara.
Mis labios querían, desesperados, ser el recinto donde las lecciones de besos llegaran a la madrugada, querían derretirse … ahogarse con los “te quiero” que esta garganta mía no suelta casi nunca.
Mis genitales fueron un derroche de témpanos derretidos; ansiosos de ser completos como cuando tu sudabas en mi.
Esta noche pasada lloré soñando y al despertar no quería vestirme.
Luego alguien dijo:
Luego alguien dijo:
-Tienes ojeras - yo callé.
Esta noche pasada necesité amarte y tu no estabas.
Aún huelo a mujer desesperada por tenerte.
Aún huelo a mujer desesperada por tenerte.
Lleno de erotismo y de una sutil nostalgia por la ausencia.
ResponderEliminarHermosa tu forma de transmitir tus emociones hechas acciones, siendo consecuente, viviendo sueños o soñando vivencias.
Muy hermoso y enternecedor a la vez apasionado.
Besos.
Inaginaria o no, me gustaría ser el destinatario de una carta como esta... tan sugestiva, sensual y voluptuosa. Coincido con André... rebosante de erotismo y añadiría de locura contenida.
ResponderEliminarUn beso desde Cordoba. Julian